En el marco de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, la Basílica Catedral de Lima recibió la visita de distintos representantes de la Vicaría Croata, la Vicaría Alemana, la Vicaría China, y autoridades de comunidades de inmigrantes venezolanos e italianos.

Monseñor Rodríguez inició su homilía explicando que el sentido de las parábolas relatadas por Jesús toma elementos de la vida diaria para armonizarlos y proponernos una enseñanza no solamente moral, «sino una enseñanza existencial»
Y refiriéndose a la parábola del pobre Lázaro (Lucas 16, 19-31), el obispo auxiliar de Lima explicó que el hombre rico terminó en el «lugar del tormento» por haber puesto toda su confianza en los bienes y no haber tenido corazón para ver al pobre: «hoy el Evangelio nos habla de un rico indolente, no pecador, no malo, un rico quizás con algo de miopía, que no veía más allá, no trascendía, pensaba que la vida la tenía asegurada».
«La parábola no dice que el rico era malo, o ser rico es malo, no dice tampoco que el pobre era bueno por ser pobre» – aclara. No se trata de conformarnos con el sufrimiento y la pobreza como vías para alcanzar la salvación porque eso representaría «una mirada demasiado ligera».

Y recordando el mensaje del Papa Francisco por la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, Mons. Rodríguez señaló que a veces el miedo a perderlo todo nos apodera y paraliza en la historia, viendo al migrante como una amenaza:
«Eso no puede ser – exclamó – no podemos ver al otro y contemplarlo como una amenaza. “me va a quitar algo”, “se va a llevar algo, “se va a posicionar”. Hoy tenemos que pensar en los peregrinos de la historia, en los migrantes de la historia, aquellos hombres y mujeres, aquellas familias que a lo largo de la historia tuvieron que salir y dejarlo todo».
Hoy pedimos a Dios que bendiga a todos nuestros hermanos que a lo largo del tiempo llegaron al Perú y han contribuido, han colaborado para el desarrollo de esta patria.
«Una tierra se engrandece, crece, se hace inmensa, se hace firme y fuerte cuando quienes viven en la tierra la sienten como suya» – declaró en otro momento – «no solamente haber nacido en una tierra te da este sentido de pertenencia; vivir en esa tierra, recibir los frutos de esa tierra, te dan el sentido auténtico de pertenencia».
Antes de la bendición final, Mons. Ricardo pidió a toda la comunidad presente unirse en oración para que el Perú sea una tierra no solamente de ‘santos canonizados’ como decía el Papa Francisco, «sino una tierra donde el hombre trabaje y se esfuerce por hacerla grande, una tierra donde cada uno de nosotros nos empeñemos no solamente por sentirnos orgullosos de vivir aquí, sino orgullosos también de haber llegado».
La celebración eucarística contó con la presencia de Mons. Drago Balvanovic, vicario de la pastoral Croata; el padre Víctor Santoyo, OMI representante de la CONFER; el padre Nivaldo Silva de la Comisión Episcopal de Movilidad Humana, el padre Marko Jukic, el padre Vedran Bilic, misionero en San Ramón, y el padre Luka Pranjic, misionero en San Jacinto, Ecuador.
