“Los migrantes me plantean un desafío particular por ser Pastor de una Iglesia sin fronteras que se siente madre de todos. Por ello, exhorto a los países a una generosa apertura, que en lugar de temer la destrucción de la identidad local sea capaz de crear nuevas síntesis culturales”.
(Papa Francisco, Evangelii Gaudium N° 210)

¿Quién es un “migrante”?

Término genérico no definido en el derecho internacional que, por uso común, designa a toda persona que se traslada fuera de su lugar de residencia habitual, ya sea dentro de un país o a través de una frontera internacional, de manera temporal o permanente, y por diversas razones. Este término comprende una serie de categorías jurídicas bien definidas de personas, como los trabajadores migrantes; las personas cuya forma particular de traslado está jurídicamente definida, como los migrantes objeto de tráfico; así como las personas cuya situación o medio de traslado no estén expresamente definidos en el derecho internacional, como los estudiantes internacionales.

Nota: En el plano internacional, no existe una definición universalmente aceptada de “migrante”. La presente definición ha sido elaborada por la OIM para sus propios fines y no presupone ni establece la existencia de una nueva categoría jurídica.

Tomado de International Organization for Migration, Glossary on migration, IML Series No. 34, 2019

Objetivo
Contribuir, a la luz del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia, en la construcción de una sociedad acogedora, fraterna, solidaria y justa, que respete a los migrantes, refugiados, desplazados y sus familias; como signo y fermento del Reino de Dios.

Líneas Pastorales

A) Acogida y acompañamiento

  • Corresponde a los países de América Latina y el Caribe como un deber de caridad cristiana, de justicia social y de solidaridad humana abrir sus puertas a los migrantes.
  • Crear, donde sea posible, parroquias personales, centros de atención y casas de acogida para los distintos grupos de migrantes, refugiados y desplazados.
  • Enlazar esfuerzos entre Diócesis y Conferencias Episcopales de las regiones afectadas y cuidando que, en la acogida y demás servicios a favor de los migrantes, se respeten sus riquezas espirituales y religiosas.
  • Ofrecer asesorías jurídicas y servicios de regularización de estatus migratorio.
  • Dedicar tiempo y espacios de escucha y orientación para los migrantes, desplazados y refugiados.

B) Sensibilización política

  • Promover la formación de migrantes y agentes de pastoral migratoria.
  • Denunciar las violaciones de los derechos humanos de los migrantes, refugiados y desplazados, así como de sus familiares, combatiendo todo tipo de racismo, xenofobia y discriminación.
  • Incidir, en coordinación con la sociedad civil, para una política migratoria justa y humana.
  • Sensibilizar la sociedad, creando opinión a favor de la dignidad de los migrantes, refugiados y desplazados y dando a conocer los derechos y deberes, de los cuales ellos son sujetos.
  • Promover ante los gobiernos la ratificación de las Convenciones Internacionales que protegen a los migrantes, refugiados, desplazados y sus familias, así como el cumplimiento de las vigentes.
  • Establecer redes de comunión y solidaridad entre los lugares de origen, tránsito y destino de migrantes, refugiados y desplazados.
  • Optimizar y articular nuestra presencia como Iglesia, fortaleciendo la red solidaria de información y apoyo a los migrantes, refugiados y desplazados y sus organizaciones.

C) Promoción humana, cultural y religiosa

    • Reflexionar con los migrantes, refugiados y desplazados su historia migratoria, para descubrir en ella su vocación de peregrinos que caminan hacia la realización plena, que se realiza en el encuentro con Dios.
    • Descubrir como Iglesia que la presencia del migrante, refugiado y desplazado es símbolo de un pueblo nuevo para el cual “toda tierra extranjera es Patria y toda Patria es tierra extranjera”.
    • Promover el compartir de culturas a través de festivales, músicas, danzas, celebraciones religiosas, valorando las diferencias culturales, sociales y religiosas, para un mejor conocimiento mutuo que permita eliminar barreras y facilitar el enriquecimiento de ambas comunidades.
    • Atender la dimensión laboral, acompañando a grupos de migrantes, refugiados y desplazados trabajadores para que se organicen y hagan valer sus derechos.
    • Motivar al migrante, refugiado y desplazado a abrirse a los valores culturales y a la sociedad en donde se encuentra, manteniendo su propia identidad.

Potenciar y dar a conocer los valores culturales, religiosos y éticos, propios de los distintos pueblos residentes en un país.

  • Promover entre los migrantes, refugiados, desplazados y las comunidades receptoras una pedagogía de la cultura solidaria que lleve a un “nosotros” que no tiene fronteras.